Llevé 10 días las gafas de Facebook, nadie se enteró y eso es algo tan bueno como inquietante

2022-12-21 16:09:54 By : Ms. AVA JIA

Recuerdo la primera vez que me puse las Google Glass. Ocurrió en las oficinas que tiene la compañía en Madrid. Trajeron a uno de los 'explorers', como tuvieron a bien llamar a los ingenieros y desarrolladores que se atrevieron a meterle mano a aquella primera versión para ver qué utilidad podían crear que acabase por convencer al gran público de que aquel 'gadget' sería el invento que matase al iPhone. 'Spoiler': no ocurrió.

No dudé en sacarme una foto con ellas, porque yo lo llegué a pensar. Cosas de la emoción del momento. No dudé en compartirla en redes sociales. Sin embargo, pasó el tiempo, el producto no terminaba de tomar forma comercialmente masiva y los únicos que seguían presumiendo de la experiencia eran un puñado de perfiles 'desnortados' que se pueden encontrar en sitios como LinkedIn. El producto no tardó en claudicar (resucitó hace poco como una cosa muy vertical, para un público extremadamente peculiar) y pasó a engrosar la lista de los fracasos más sonados del gigante californiano.

La muerte de las Google Glass, unas pioneras en esto de la realidad aumentada, no se produjo solo por una causa. Concurrieron varias circunstancias. Una de ellas, de las principales, era que aquello simplemente no se podía conjuntar con absolutamente nada. Si al común de los mortales le costó familiarizarse con eso de ver a gente que iba hablando con auriculares sin cable, imaginense tener que acostumbrarse a ver aquel diseño algo turbio y excéntricamente futurista a diario. ¿Quién lo haría? Es más, piénsenlo bien, incluso muchos de los que necesitan gafas porque andan mal de visión las cambian por lentillas por no ponerse una montura sobre la nariz diariamente.

Años después de aquel gatillazo tecnológico, alguien le ha vuelto a dar una oportunidad a esto de las gafas inteligentes: Facebook, la empresa ahora conocida como Meta, pero que en realidad sigue siendo igual de Facebook que siempre. Para ello, los de Mark Zuckerberg se han aliado con Ray-Ban (concretamente, con Luxottica, la matriz, que cuenta con una división que se encarga de los desarrollos de los 'wearables') para crear un dispositivo que grabe, saque fotos, nos permita hacer llamadas y escuchar 'podcasts' o música a través de la patilla. Dirán ustedes que eso ya lo hizo Snapchat con Spectacles y razón no les falta. Pero esta plataforma no tiene la dimensión de Facebook ni se buscó un socio como el que se ha buscado la mayor red social del planeta.

He pasado 10 días probando las gafas de Facebook, bautizadas como Ray-Ban Stories. La historia es que nadie se ha dado cuenta hasta que yo mismo les he dicho de qué se trataba y les enseñaba las cámaras que hay en la montura, que, si uno no está prevenido y no se fija demasiado, pueden pasar desapercibidas. Y esa es una noticia tan buena como inquietante. Vayamos primero a lo positivo, que no es cuestión siempre de empezar por lo negativo.

Que nadie se haya percatado de que las llevaba cuando estaba en una terraza o en el autobús significa que han logrado lo que muchos otros no han conseguido: que parezcan unas gafas normales y corrientes. Que se puedan vestir, en definitiva. Mi primera impresión es que la montura era algo gruesa, pero no tardó en resultar natural. Y en absoluto se sintieron pesadas. En fin, poco o nada que criticar en este aspecto del diseño. La funda, por eso de incluir todo lo necesario para recargar el invento, sí que es algo más gruesa y voluminosa, pero no lo es de forma exagerada. Es decir, si tuviese que decir que sí o que no a estas gafas, la razón no sería el estuche.

Incluso la elección de gafas de sol me parece acertada como decisión estratégica: es algo que prácticamente todo el mundo, con vista graduada o no, utiliza. Si algunas gafas inteligentes logran convertirse en el futuro en algo generalizado, seguramente tendrán un diseño tan logrado como este.

Eso sí, estas gafas no son para todo el mundo. Creadores de contenido, 'community managers' o 'influencers' podrían sacarles bastante partido. Un usuario normal y corriente, no tanto. Pero eso no tiene tanto que ver como el propio dispositivo, sino con sus funciones o el provecho que puede lograrse. Retomando mi experiencia con ellas, ¿por qué digo que es una mala noticia que estén tan bien hechas que nadie se haya dado cuenta de que las llevaba? Por la privacidad. Facebook, aunque haya hecho un 'rebranding' tremendo al cambiar el nombre de la matriz por Meta, sabe que tiene, en ciertos aspectos, la credibilidad más tocada que la del Pequeño Nicolás después de pasar por el sillón de 'Sálvame Deluxe'.

Ese, la privacidad, es el mayor problema que se presenta. No solo para estas, sino para el formato de cualquier gafa inteligente que pretenda añadir funciones de grabación de vídeo y capturas de imágenes. Si no, acuérdense de la revolución que se montó cuando se anunciaron las Google Glass, con bares en San Francisco y otras partes de EEUU colgando carteles prohibiendo el acceso al interior si se llevaba puesto dicho dispositivo.

En Menlo Park, donde se encuentran los cuarteles generales de la compañía, saben que es inevitable que cualquiera de sus inventos se mire con lupa. Y, por eso, han puesto de su parte para intentar que estas lentes no sean percibidas como algo endemoniado y se les lapide por la privacidad. Por ejemplo, cuando se toma una foto o se graba un vídeo, un pequeño led de color blanco se ilumina en la parte frontal.

Primera cosa que escama: la necesidad de tener una cuenta activa de Facebook

La idea es buena, pero podría estar mejor implementada. Obviamente, no se le va a pedir un led del tamaño de una bombilla de salón, porque arruinaría lo armonizado de la construcción. Sin embargo, se podría haber optado por un piloto rojo (un código bastante extendido y universalizado) y uno de color blanco. Es más, el de color blanco, aunque es visible, podría también pasar desapercibido. Con las cámaras pasa lo mismo, pueden pasar perfectamente como un elemento decorativo de la montura o como un tornillo.

Adicionalmente a esto, han preparado una página web en la que indican buenas prácticas. Incluso te las recuerdan cuando configuras el dispositivo, para lo que necesitas tener activa una cuenta de Facebook y descargarte la 'app' Facebook View. La cuestión es que el buen uso depende del usuario. Te recomiendan que no grabes en zonas con menores o en interiores. Si lo haces, que sean informados e incluso animan a que se haga una demostración a los presentes para que sean conscientes.

La tecnología en sí misma no es mala, es el uso que se le pueda dar. Es un caso similar al de los AirTags, los localizadores de Apple. En Teknautas hicimos una prueba en la que metiendo uno de estos aparatos en la mochila de mi jefe (todo previo aviso) pude comprobar cómo hacía el trayecto de vuelta a casa antes de que al final del día el AirTag empezase a pitar. Estamos hablando de más de seis horas de rastreo. ¿Por qué digo esto? Porque si se quiere hasta a los de Cupertino, que han hecho de la privacidad una de sus banderas, se les pueden buscar las vueltas. Aunque no es comparable obviamente el uso que uno y otro hacen de la información personal.

Aunque he tenido que dedicarle un tiempo, por una vez he de decir que las condiciones de uso y llegar a los ajustes de privacidad de la 'app' me han resultado más sencillas que en otras de sus plataformas o 'apps'. Otra cosa es que hayan conseguido que tenga totalmente claro qué recopilan exactamente. Desde el principio, aparecen mensajes de que no acceden al contenido de tus fotos ni a tus vídeos.

Te dan la opción de compartir datos adicionales (número de fotos, tiempo de los vídeos que grabas) sobre el uso que das a las RayBan Stories y a la aplicación para mejorar el producto. Desactivarlo es tan fácil como desactivar una pestaña. Aunque lo hagas, hay cierta información que sí o sí se va a procesar. Datos relacionados con el 'login' en la aplicación, la vinculación o cuando existe algún error, un informe de funcionalidades que se estaban utilizando. Con el asistente de Facebook (disponible solo en inglés), más de lo mismo. Si no quieres, no se almacenarán tus audios.

Si activas esta opción, que servirá para guardar básicamente cuando pides por voz que saque una foto, todavía tendrás la opción de decir que no se compartan para mejorar el asistente. En estos puntos, todo parece bastante claro, aunque siempre te queda la duda de si comparten algún tipo de metadato más, al cruzarlo con Facebook o Messenger.

Una de las cosas que más me han llamado la atención es lo cómodo que supone utilizarlo como manos libres. Basta con un simple toque en la patilla para responder a una llamada. Y realmente el sonido es clarísimo a ambos lados de la llamada, gracias a los micrófonos y el sistema de audio. Es la mejor experiencia en este sentido que he tenido con un dispositivo así después de haber probado modelos como las Bose Frame. Con este fin sí me parece útil, no pasa lo mismo con la música, porque este sistema tiene evidentes límites de calidad. Puedes escuchar cualquier cosa que tengas en el móvil, como unos auriculares 'bluetooth', siempre que estén sincronizadas.

En lo que se refiere a las cámaras, basta decir que los sensores de las dos cámaras son de tan solo cinco megapíxeles. La estabilización es bastante buena, no así el HDR y la definición. Es una configuración muy mundana, que muchas veces te hará repetir las fotos constantemente. En vídeo, la calidad es potable, aunque no deja a nadie maravillado. La duración del clip podrá ser de hasta 60 segundos.

Hay opciones de edición en la 'app', aunque se echan en falta algunas más. Es fácil compartir el contenido en varias plataformas o por 'mail', pero no reinventan esa rueda ni aportan algún instrumento nuevo para compartir contenido.

Sobre los controles, cabe señalar que se puede disparar a través del botón que existe en la patilla o con el asistente. Hay varios colores disponibles de tres modelos diferentes, Warefayer, Round y Meteor. En nuestro caso, hemos contado con la primera línea de producto, con montura gris oliva y con lentes fotocromáticas. La verdad es que me resulta llamativo, si no recomiendan su uso en interiores por norma, que ofrezcan esta opción. El chip corre de la cuenta de Qualcomm, tiene 4GB de almacenamiento (cuando se copian en el móvil se borran de la memoria local) y batería para tres horas.

Esta es la primera generación de gafas que hace Facebook y nos puede dar pistas de por dónde van los tiros en el futuro. Creo que el diseño y la integración del manos libres son lo mejor, y son cosas de las que tirarán todos los que aspiren a hacer unas gafas conectadas y que se usen. En este sentido, son lo mejor de un mercado que aún pivota entre lo mediocre y lo demasiado vanguardista.

A partir de ahí, cada uno verá. Personalmente, a mí me parece que pocas personas van a sacar provecho real de estas gafas, como decía en el texto. Y no hay que perder de vista los 329 euros que cuesta el modelo más barato. Luego están los que directamente no se fían de cualquier cosa que lleve la firma de Mark Zuckerberg, cosa completamente comprensible, por mucho intento de crear un producto transparente. Yo tengo mis reservas sobre el futuro del formato gafas conectadas, pero creo realmente que si algunas tienen papeletas de convertirse en algo de uso masivo pueden ser las de un fabricante como Apple o Samsung, como pasó con los teléfonos. ¿Funcionó el 'smartphone' de Amazon? No. ¿Funcionaría el de Facebook? Lo dudo. Creo que este mercado será dinamizado por un producto de un fabricante de 'hardware'si crea una experiencia fluida y con múltiples aplicaciones y salidas, pero sobre todo con una 'killer app', similar a lo que se ha conseguido con la medición deportiva y los relojes inteligentes.

Recuerdo la primera vez que me puse las Google Glass. Ocurrió en las oficinas que tiene la compañía en Madrid. Trajeron a uno de los 'explorers', como tuvieron a bien llamar a los ingenieros y desarrolladores que se atrevieron a meterle mano a aquella primera versión para ver qué utilidad podían crear que acabase por convencer al gran público de que aquel 'gadget' sería el invento que matase al iPhone. 'Spoiler': no ocurrió.